¡Reflexionemos! La evaluación en el aula de L2

¡Buenas!

Bienvenid@s a mi rincón.

En esta entrada vamos a tratar la evaluación en el aprendizaje de lenguas. "Se entiende por evaluación la acción educativa que implica siempre recoger información para juzgarla y en consecuencia tomar una decisión" (Martín et al., 2008, p. 228).

Vamos a responder a dos preguntas formuladas en la asignatura 'Evaluación en el aprendizaje de ELE': ¿qué visión tenía de la evaluación antes de comenzar la asignatura? ¿cómo contrasta con la realidad de la evaluación? 

¡Allá vamos!
Sei, carácter japonés que significa 'convertirse' y que suele formar palabras con la connotación de 'logro'.

¿Qué visión tenía de la evaluación antes de comenzar la asignatura?

Antes de comenzar la asignatura concebía la evaluación como una mera recolección de datos numéricos, cuyo fin era determinar si un alumno pasaba de curso o no. En palabras de Figueras (2011) lo llamaríamos 'evaluación sumativa'. La función de este tipo de evaluación es la de certificar y/o promocionar.

Entonces, la asignatura me ha incitado a reflexionar sobre la relación, a mí parecer simbiótica, entre evaluación sumativa y evaluación formativa (término también acuñado por Figueras, 2011). Ésta última es lo que comúnmente se conoce como evaluación continuada: "es la recopilación sistemática de evidencia, a fin de determinar si hay aprendizaje y controlar [...] las necesidades de cada estudiante a lo largo del proceso de aprendizaje" (Martín et al., 2008, p. 249). 

Como futuro docente, debo incorporar ambas evaluaciones en el día a día del aula. El constructo (contenidos que conforman la evaluación) debe integrar actividades que permitan que el alumno evalúe su progreso, a la vez que el profesor recoge datos que lo demuestren.

¿Cómo contrasta con la realidad de la evaluación?

Sin embargo, ¿la realidad en el aula cuál es? Ciertamente, en aulas con muchos alumnos una evaluación puramente formativa es una gran carga de trabajo. A la práctica, es común que haya un examen tras cada unidad y uno último que engloba los contenidos del curso.

Entiendo, pues, que el propósito de esta asignatura es hacernos pensar en qué rol debemos adoptar en el aula. Según Kohonen (2000), no tenemos que centrar la evaluación en pruebas fijadas, sino que es mucho más enriquecedor para el alumno que éste se vea involucrado activamente en el proceso de su evaluación. Es decir, es oportuno acordar porcentajes de evaluación con el alumno, que éste decida si quiere focalizar la atención del curso en un tipo de actividades u otro, que el profesor registre sistemáticamente lo que va ocurriendo en el aula etc.

Sin lugar a duda, lo que plantemos es una tarea muy ardua para el docente. No obstante, es menester reivindicar la importancia de una evaluación que contemple todo el recorrido del alumno, y que lo prepare para un uso real de la lengua fuera del aula. Todos los profesores debemos grabar a fuego en nuestra memoria que, como dice Figueras, la evaluación tiene consecuencias en el alumno.

Imagen del claustro del Edifici de Llevant (Mundet) de la UB, donde se imparte la asignatura. Imagen cedida por la cuenta de Instagram de Lluís Casas Sala.

En conclusión, deseamos que la sociedad comprenda que deben darse más facilidades a los profesores con el fin de que puedan implementar una evaluación más significativa.

Que tengáis una feliz tarde de domingo.

Saludos,


Á.

Bibliografía

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