La reescritura de un clásico: La Bella Drogada

¡Buenas!
Bienvenidos a mi rincón.

La presente entrada os trae una reescritura hecha por mí mismo del cuento de 'La Bella Durmiente'. Es un trabajo que se nos pidió para la asignatura de 'Cine y literatura en la enseñanza de ELE'. El objetivo era entender qué utilidad podría tener para el alumno de L2 escribir de nuevo un cuento según su criterio.

Mi parte preferida de la película: cuando las hadas madrinas se pelean por el color del vestido de Aurora. Imagen cedida por Oh My Disney.

He decidido subir la muestra porque, sobre todo, ha sido muy divertida su elaboración. Para un alumno extranjero la gracia de la actividad radica en que él o ella puede decidir qué escribe, ya que la única pauta es remodelar un clásico. Por tanto, y tal y como afirma Kohonen (2000), es importante dar rienda suelta al alumno a fin de que éste pueda decidir qué contenidos evaluaremos de él. Además, la corrección se vuelve mucho más amena; podríamos leer verdaderas obras maestras reescritas por nuestros alumnos.

Aun así, la actividad también tiene algún que otro inconveniente. Yo considero que el principal es la longitud del texto, porque es verdaderamente complicado acordar un número de palabras. Es decir, habrá alumnos que preferirán escribir tres páginas mientras que otros con un par de párrafos estarán satisfechos. Por otra parte. Sea como fuere, únicamente la experiencia podrá dar respuesta a esta cuestión.

Aquí comparto mi reescritura. Está ambientada en una España moderna, embadurnada de matices de la cultura popular del siglo XXI. ¡Ojalá os riais!

Imagen proporcionada por Welele.

La Bella Drogada

Stéfano Fitz-James y Flor Campestre, duques de Alba, tuvieron a su primera hija, Aurora Cayetana Rosa Fitz-James Campestre de Todos los Santos. Nada más llegar al mundo, la comadrona Flora Campestre auguró que Aurora tendría una larga melena dorada y unos carnosos labios carmín, y la comadrona Fauna Campestre, por el llanto de la criatura, vaticinó que sería mejor cantante que Britney Spears. Sin embargo, la comadrona Primavera Campestre se atrevió a echar las cartas a la recién nacida. De aquella predicción algo terrible fue revelado: la niña, al cumplir los dieciséis años y antes de que se pusiera el último rayo de sol, se pincharía el dedo con la jeringuilla de un yonqui, contraería sida y moriría.

Primavera, que repite como un loro que es mejor prevenir que curar, sacrificó un gato callejero y pidió a los espíritus feéricos que la chica no cayera en la muerte, sino en coma, del cual despertaría al calor del primer beso de amor.

Stéfano, aturdido por el trágico porvenir de su hija, tomó una mala decisión en bolsa y lo perdió todo. Él y Flor, desesperados, pidieron a Flora, Fauna y Primavera, hermanas solteronas de Flor, que cuidaran de Aurora hasta que regresaran de Estados Unidos, donde la crisis no azotaba tan fuertemente como en España.

Las tías abandonaron el lujoso palacio de Liria y se mudaron a Parla, donde la vida era bastante más barata. El tiempo pasó y Aurora se convirtió en toda una mujercita: sacaba sobresalientes, era la voz del coro del instituto y se rumoreaba que sería galardonada con el premio “a la más guapa” en la ceremonia de graduación de la ESO.

Sheila López, la segundona de clase, no podía ni ver a Aurora, porque Kevin Martín, el guaperas de clase, babeaba por Aurora y mostraba cero interés en Sheila. Ésta, muerta de celos, acudió al Monte Prohibido, un centro esotérico en el peor barrio de Parla y regentado por su tía-abuela, Bienvenida Pérez.

Entre Sheila y Bienvenida desquiciaron a Aurora a base de vudú, mal de ojo y velas negras. Aprovechando el débil estado de Aurora, Sheila inició una campaña colectiva de bullying contra ella, quien empezó a saltarse clases y terminó refugiándose en la calle.

Llegó el día de su cumpleaños, pero Aurora no tenía fuerzas para ir a clase; únicamente pensaba en ponerse ciega, quería olvidarlo todo. En La Posada de las Ánimas, un after de mala muerte, bebió como si no hubiera mañana. Allí, se le acercó una mujer de avanzada edad, quien aprovechándose del estado de Aurora la incitó a pincharse heroína. Ésta, como poseída por una fuerza sobrenatural, no pudo oponerse y se inyectó la dosis entera. Al cabo de unos minutos, cayó fulminada a causa de lo que parecía ser una sobredosis. La misma mujer que le había ofrecido la droga, fingiendo culpa, dijo que la trasladaría hasta el hospital más cercano. 

Aquella misma tarde, nada más ponerse el último rayo de sol, llamaron a la puerta de casa. Las tías, imaginando que Aurora se habría dejado las llaves, fueron a abrir, pero qué desagradable sorpresa cuando vieron a Bienvenida Pérez con Aurora en brazos.

– Hacía mucho tiempo que no nos veíamos, queridas. – saludó Bienvenida Pérez.

– ¡¿Qué le ha pasado a Aurora?! – chilló Primavera, consciente del día que era.

– Me hace gracia que todavía sigáis jugando a ser brujitas, cuando sabéis perfectamente que no sois capaces de romper mis conjuros, ¿o acaso alguna de vosotras ha podido casarse…?

– ¡Esto también era cosa tuya! ¡¡Cómo no pudimos caer!! ¡Mala bruja! – exclamó Fauna entre llantos, arrebatando a Aurora de las garras de Bienvenida.

– ¡Nadie hace sufrir a mi nieta! Tú, Flora, me robaste a Paquirri, hace muchos años. Fauna se quedó con Jesús Gil. Y – ríe despectivamente – qué ridícula, Primavera se llevó a Umberto Janeiro. Pero no permitiré que esta niñata se apropie lo que es de mi nieta. Kevin es de Sheila.

– Pero qué dices, nunca hemos querido nada tuyo. Al contrario, tú nunca superaste que fuéramos las elegidas por la Gran Maestra Aramís para heredar su libro de hechizos. Y por eso nos echaste aquel mal de ojo, y ahora esto a nuestra pobre Aurora… – replicó Flora, con toda su mala leche.

– Nadie me roba a un hombre. Y si no es mío, no es de nadie. Y sí, vi como os encariñasteis de aquella mocosa en el hospital, cuando yo por culpa vuestra era una muerta de hambre que pasaba el mocho… Dejémoslo como que… yo sólo quise dar mis bendiciones a la recién nacida. – se burló Bienvenida. – Aquí os dejo a vuestra duquesita. O a lo que queda de ella.

Stéfano y Flor regresarían pronto a España, pero Aurora seguía hospitalizada. Sus tías sabían bien que tan sólo un beso de amor del baboso de Kevin la despertaría… pero no fue así. Y claro que no tuvo efecto, porque ni Aurora amaba a aquel chico, ni Kevin realmente a ella. Ya lo decía Primavera, “ése únicamente quiere un quiqui”.

Las excomadronas, desesperadas, suplicaron a Bienvenida Pérez por WhatsApp, Facebook, Twitter, Instagram y Tuenti que rompiera el maleficio, pero nada ablandada el corazón de hielo de aquella vieja bruja.

Pero todavía quedaba un rayo de esperanza. A pesar de las intenciones de su tía-abuela, Sheila estaba destrozada. Kevin no entendía cómo ella había podido llegar a ser tan cruel con Aurora, por lo que la culpaba directamente de la situación de Aurora, hecho que la afligía mucho. Arrepentida, y a escondidas de su tía-abuela, Sheila se dirigió al hospital y pidió perdón a Aurora, mientras ésta dormía como muerta en vida. Lloró y lloró, y se culpó a ella misma de tanto sufrimiento causado. Y, antes de despedirse, quiso dar un beso a Aurora. Y se fue. Y las tías, al entrar de nuevo a la habitación, presenciaron con asombro como Aurora acababa de despertar. Un beso de amor verdadero, sí, el amor que todos sentimos cuando hemos hecho daño a alguien y queremos repararlo. Eso fue lo que rompió el embrujo.

Bienvenida Pérez no pudo con otra derrota más: realmente Flora, Fauna y Primavera habían salvado a aquella chica, y, para colmo, con la ayuda de su propia nieta. No pudo asimilarlo y se volvió completamente loca. Terminó encerrada en un psiquiátrico de Madrid, y nunca más se supo.

Los años pasaron y Sheila y Kevin se enamoraron. Sí, Kevin acabó desistiendo cuando vio a Aurora comerse los labios con otra chica, una tal… Cenicienta. Una que decían que había sufrido mucho por culpa de los fetiches de un novio tarado, uno que la obligaba a ponerse zapatos de cristal, entre otras cosas… Y así concluye este cuento. Sin príncipe azul, porque no existen. Pero sí con dos princesas, de rosa. Y a mucha honra.

~Fin~

Salu2,


Á.

Bibliografía:
  • Kohonen, V. (2000). La evaluación auténtica en la educación afectiva de lenguas extranjeras. En J. Arnold (Ed.), La dimensión afectiva en el aprendizaje de idiomas (pp. 295-309). Madrid: Cambridge University Press.

Comentarios

  1. Magnífica reescritura, Ángel: cuidada, divertida, crítica. Imagino que te has divertido escribiéndola. Seguro que serías capaz de animar a tus alumnos a crear versiones distintas y transgresoras de cuentos clásicos. ¡Adelante!

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